lunes, 16 de enero de 2012

¿QUIÉN ME PRESTA UN HACHA?

Si hay algo que nunca deja de asombrarme, es esa capacidad que tenemos los colombianos de

hacer leña del árbol caído. Pero lo que me sorprende aún más, es el cinismo con que juzgamos a los otros. Me embobo viendo la televisión o escuchando la radio, es como si estuviera frente a seres humanos perfectos, libres de mácula y de conductas irreprochables; parecen inquisidores trasnochados. Sí, ya adivinaron, me referiré al triste y lamentable episodio protagonizado por Hernán “El Bolillo” Gómez, director técnico de la selección Colombia de fútbol —pese a su renuncia, todavía no aceptada—, quien en estado de ebriedad golpeó a una mujer, conducta a todas luces censurable. Y aquí hago mi primer alto, porque no falta quien lea entre líneas y me acuse de defender el maltrato a las damas. ¡No!, ni siquiera ha pasado por mi mente esta posibilidad. Simplemente desapruebo la forma destructiva en que ciertos comunicadores —quienes tienen la obligación ética de informar e investigar con absoluta imparcialidad— han salido a acabar con la vida de este hombre, reduciendo el periodismo a un amarillismo vergonzoso, digno de la cuadra de barrio más chismosa.

Incluso, cual si fueran expertos juristas, “ordenan” a la Fiscalía el abrir investigación, sin tener en cuenta que estamos frente a un presunto delito que requiere querella de parte, es decir, que la víctima debe denunciar para que la maquinaria de la justicia se mueva. Pero todavía más, hay quienes se atreven a conminar a la mujer que sufrió la agresión, a que tiene que denunciar, óigase bien: TIENE QUE DENUNCIAR. Ya se metieron en la sacra esfera íntima de quien tiene el derecho a tomar la decisión que mejor juzgue conveniente, la cual debemos respetar, así no la compartamos. Y aquí hago mi segundo alto, no conozco al señor Gómez de manera personal, ni tengo interés alguno si sigue o no frente al seleccionado nacional, pero sé, y esto nada tiene de extraño, que tiene enemigos que ha ganado por su forma temperamental de relacionarse con la prensa, que hay periodistas que no lo quieren ni en pintura y han aprovechado la oportunidad para cobrarle la factura, como es el caso del soberbio de Iván Mejía, periodista de Caracol radio.

En un país podrido por la corrupción pública, el crimen organizado, las bandas de
delincuencia común y una violencia política que no da tregua, este hecho ha adquirido dimensiones desproporcionadas, ¡claro!, hay a quienes les conviene el desvío de la atención, no es de ninguna manera cómodo estar en el ojo de la opinión pública. Deben estar suspirando de alivio los hermanos Moreno y todos los caballitos del carrusel de la contratación, y los peces gordos de la salud que maltratan y dejan morir a decenas de mujeres todos los días por falta de atención, de medicinas, etc. ¿No son estos mismos criminales a quienes se les dice doctor X con todo el respeto y la dignidad que sus cargos merecen? En este orden de ideas, estos delincuentes de cuello blanco, muchos de los cuales volverán a ser escogidos en octubre para que sigan robando y haciendo daño en todas las formas posibles a las mujeres de este país, que son prácticamente más de la mitad de los habitantes, pues es sabido, según el último censo, que las féminas nos duplican en número. ¿Ha escuchado usted alguna voz que se alce para reclamar que a las damas ni con el pétalo de una rosa? ¿Dónde están las fundaciones y agremiaciones que dicen defender a la mujer? ¿Quién protege al gran número de obreras que son explotadas con salarios de hambre en las fábricas nacionales? ¿Dónde están las políticas sociales para rehabilitar a las miles de mujeres que venden su cuerpo en las calles de Colombia? ¿Y las empleadas domésticas que trabajan en casas de familia más de doce horas al día? ¿O el maltrato a la mujer sólo se reduce a un ojo morado?

No faltará quien hable de la persona pública que es Hernán Gómez, argumento suficiente para masacrarlo moralmente y dejarlo sin trabajo. Si de personas públicas hablamos, en la cárcel se encuentra uno que por un pelo no fue Presidente de la República, y nadie dijo nada mientras se paseaba cínico por todas las ciudades del país, después de repartir los recursos del agro entre los pudientes, dejando a los campesinos pobres —muchas madres campesinas cabeza de familia— sumidos en un limbo económico.

Pensándolo bien, sí tengo una cuenta pendiente con “Bolillo” Gómez, y fue el haberse llevado la selección para Bogotá, a pesar de que en Barranquilla obtuvieron pasaje de ida a tres mundiales, pero esto no cegará mi noción de justicia, ni primará sobre mi opinión de que él debe dar la cara al país, presentar públicas excusas a todas las mujeres y reparar de alguna forma el daño causado. Pero no podemos hacerle el juego a sus enemigos personales, a los oportunistas, a los de doble moral, especialmente aquellos que parecen unos catones, la experiencia indica que son peores que a quienes censuran. En esta patria mía, en donde muchos se llaman a sí mismos cristianos, ya se les olvidó el pasaje bíblico: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra… Me aparto porque no faltarán los santos que me lapiden a mí también. ¡País hipócrita!

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