
LAS TENSIONES BÉLICAS COMO ESTRATEGIA
Los aires de guerra son perfectamente visibles, pero sucede que ante los posibles episodios dolorosos preferimos desentendernos para evitar la preocupación. A lo largo de la historia de la humanidad las señales son las mismas, nunca cambian, sin embargo, seguimos ignorando los signos.
No es común en esta tribuna tocar temas políticos, pero cuando las tensiones creadas artificialmente por gobernantes de dudosa conducta hacen peligrar la seguridad de dos pueblos hermanos como lo son Colombia y Venezuela, sería criminal callar la voz.
A esta situación la denomino el “Síndrome de Las Malvinas” en referencia al nefasto evento vívido por los hermanos y hermanas del pueblo argentino, espoleados por una cúpula militar ilegítima y corrupta, a una guerra inútil y desproporcionada, con un rival, que sin tener argumentos de derecho, sí poseía una superioridad bélica evidente.
Ya hizo carrera en nuestra región latinoamericana el hecho que nuestros gobernantes no se conformen con los periodos constitucionales establecidos para su mandato, sino que amañan las cartas magnas para poder perpetuarse en el poder, y este es el caso de los presidentes de Colombia, señor Álvaro Uribe Vélez, y de Venezuela, Hugo Chávez Frías, quienes enfrentan en sus respectivos países oposiciones que crecen día a día.
Y es sabido por todos los que tienen la libertad de pensar, que en el arte de mal gobernar, es utilizado muy frecuentemente la estrategia de tocar las sensibles fibras patrióticas de los gobernados e instigarlos contra un enemigo inexistente para distraer la atención de los problemas internos.
Es el momento para que todos los intelectuales libres de coimas y puestos en los dos gobiernos mencionados, hagan sentir su posición en contra de cualquier posibilidad de enfrentamiento armamentista entre dos naciones hermanas, unidas desde la génesis de nuestra historia y con un mismo cordón umbilical.
No olvidemos nunca que quienes “arman los conflictos” tienen preparada anticipadamente las vías de escape a paraísos fiscales, donde enviarán a sus hijos, familiares, amigos y cómplices.
Es el pueblo raso el obligado a marchar al sonido de las trompetas guerreristas, nuestros hijos los expuestos a la metralla del frente, las hijas del pueblo las que serán ultrajadas por las tropas que crucen las fronteras. Así que es el momento para que todos los hermanos y hermanas de Hispanoamérica alcen su voz desde las artes. El silencio siempre ha sido encubridor histórico de la barbarie; que nadie nos pase esta factura por omisión.
Acaso decisiones como las bases norteamericanas en suelo colombiano (toda la historia de Latinoamérica ha sido la liberación de las injerencias gringas en nuestros asuntos), la voladura de puentes, la mutua acusación de espionaje, la compra desmesurada de armas, las verborreas desaforadas, las medidas económicas para provocar al otro, no son sino políticas personalistas de estos dos hombres hambrientos de poder y gloria, y que para nada representan la mentalidad e idiosincrasia de dos pueblos enemigos de la guerra.
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